Angelo Sule

Desde que nací en un pueblo, encima de un cerro (misterioso desde fuera, despoblado desde dentro), HE APRENDIDO a desarrollar una rara capacidad para desaparecer del mundo y disfrutar de mi compañía. Mi familia ha sido y es todo para mí. Y crecí en un hogar lleno de tazas de chocolates calientes.
Cuando llegué a la universidad APRENDÍ a hacer amigos de los importantes, de los que marcan familias y clanes.
APRENDÍ que estoy formado por muchos pedacitos de las personas que amo, soy una especie de Frankenstein.
Amo la naturaleza, siento que formo parte de ella. Y aunque hoy en día vivo en medio de la ciudad por motivos de formación, HE APRENDIDO cuando paso cerca de unos árboles a sentirme parte de ella, ¿por qué no ser un árbol, una bestieja o tal vez una criatura mágica del bosque?
Poco a poco también APRENDÍ el mundo del arte, la magia de los colores y la fantasía que puede encerrar nuestra imaginación.
APRENDÍ que la creatividad es la herramienta más poderosa que tengo en mi interior, y el arte la herramienta para expresar todo ese big bang.
De las últimas cosas que HE APRENDIDO es a direccionar mi creatividad: para sacar lo más profundo de mi interior, para divertirme creando y construyendo, y sobre todo, para conocerme más a mí mismo.
APRENDÍ que lo más importante en este mundo es amar y soñar. Estoy colmado de amor, y cada día surge un nuevo y excitante sueño. Así pues… ¡¡empecemos el camino!!
Siento que aún tengo mucho camino por delante. Con 26 años aún soy un aprendiz en este mundo. Y no es malo no saber hacer ciertas cosas, o no conocer otras tantas. Pues lo más importante es no dejar de APRENDER, para no dejar de CRECER. Y espero que el último día que deje de aprender sea el día que muera.

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